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Ed Roth, una mente alocada para su época

Grotescas caricaturas de ojos saltones, ratas verdes con moscas zumbando alrededor, descalabrantes bólidos pilotados por criaturas salidas del purgatorio. Estos son algunos de los diseños ideados por Ed “Big Daddy” Roth que hoy se han convertido en uno de los pilares del fundamentalismo de la Kustom Kulture. Diseños que han roto esquemas y que son una parte importante de la cultura pop-trash americana de los años 50 y 60.

Diseños que hoy dejan ver su influencia en portadas de disco, carteles, camisetas, fanzines... influenciando también a un buen número de artistas, ilustradores o cartelistas cool, underground, low brow o como puñetas lo quieras llamar. Robert Williams, Von Franco, Coop, y tantos otros artistas no pueden ocultar en su obra las influencias del monarca beatnick de los 8 cilindros en V.

Ed Roth fue ante todo un hotrodder, que gracias a su talento y carácter liberal, se convirtió en un fenómeno de masas en la década de los 60, debido a sus originales diseños automovilísticos y a su floreciente negocio de camisetas serigrafiadas, de diseños insultantes para los padres de familia.

Edward Roth nació en Los Angeles en 1932, el mismo año que Henry Ford lanzó el motor con 8 cilindros en V que revolucionaría la sub-cultura del Hot Rod años más tarde. Roth se crió en el seno de una humilde familia de origen alemán, que enseguida se percató del talante de culo inquieto del joven Ed. En su infancia despuntó la habilidad de transformar y arreglar cosas con las manos. Englobaba los entresijos de la mecánica y la electricidad desde un punto de vista artístico, siempre con un lápiz en la oreja, cavilando cábalas para solucionar el funcionamiento de cualquier cacharro que cayera en sus manos. Aprendió a soldar de bien joven e inundaba sus cuadernos de clase con batallas aéreas entre la U.S.Air Force y la Luftwafe. Nunca demostró interés por los estudios. Ya en su infancia se forjaba su carácter práctico, alejado de los libros, y centrado entre sus herramientas, hierros y lápizes.
Pasada la guerra, en sus años de adolescencia, desarrolló un amor enfermizo por los Hot Rods.

En una ciudad como Los Angeles, donde las distancias son tan grandes, se desarrolló la cultura del automóvil. El coche fue y aún es, un complemento imprescindible para cualquier ciudadano de L.A. El coche no sólo se convirtió en un medio de transporte, sino en un medio de autoexpresión: dime que conduces y te diré quien eres (o quien te gustaría ser).

El hot rod consistía en los años 40 en hacerse con un coche viejo, normalmente un Ford cupé de 1932 o lo que cayera en tus manos y modificarlo al gusto de cada uno. Se le añadía un motor nuevo, o se potenciaba el original, casi siempre utilizando el motor Ford V8 tipo Flathead. Al auto se le extraían aditamentos innecesarios como guardabarros o parachoques, eso permitía mayor ligereza y... ala! a correr! El hotrodding no era más que una forma de comunismo motorizado en el cual se despreciaba el elitismo de las marcas automovilísticas caras y con solera en favor de un bólido personalizado al alcance de cualquier trabajador aficionado a la mecánica. El mercado de segunda mano y los desgüaces eran los recursos utilizados por miles de jóvenes de California para poder disfrutar de un roadster veloz sin tener la necesidad de tener un papá adinerado que te comprara un Cadillac, un Porsche o un Jaguar.
Con un viejo Ford destartalado y algo de conocimiento mecánico se podía extraer un híbrido rápido y bastante inseguro apto para las carreras de aceleración en el cuarto de milla (drag racing) o para darse un garbeo por el main street del barrio (cruising).

En este ambiente se tiró Roth de cabeza en sus años de teenager. Era perfecto para su carácter: podía personalizar “artísticamente” su engendro mecánico y realzar así su rebeldía y peculiaridad. Conducía por las calles de Bell con su Ford coupe del 33, que fue sustituido por un Chevrolet del 39 para más tarde construir un clásico 3-window Ford coupe del 32. Fue en 1951 después de graduarse en el high school, cuando se alistó a la U.S. Air Force, que lo mandó a Africa. En Africa mataba los ratos libres pintando en los petates los nombres de sus camaradas, y mientras los demás reclutas colgaban en sus paredes fotos de sus pin-ups preferidas, Ed colgaba fotos de souped-up Fords. Al acabar el servicio tuvo que afrontar la vida marital, ya que durante un permiso se casó con su novia del instituto. Se trasladó con su mujercita al barrio de Maywood. Trabajó de escaparatista en los populares almacenes Sears, y en sus ratos libres hacia trabajitos de pinstripper sobre motos, rods, bicicletas... En esa época, a mediados de los 50, existía un “artista” apodado Von Dutch. Se dedicaba al pinstripping, es decir, añadir esquemas decorativos lineales en cualquier tipo de engendro motorizado que circulara por los boulevards de California. Von Dutch fue el pionero de esta técnica aplicada a los hot rods y a razón de ello, tuvo un séquito de fieles, entre tantos, Ed Roth.

Un sexagenario llamado Bud “The Baron” Crozier, era un pinstripper de la época en la cual los autos salían de fábrica con adornos lineales. Este veterano, conjuntamente con su nieto Tom Kelly, abrió un negocio junto con Roth. En un pequeño garaje de Southgate, bajo el letrero de “Crazy Painting”, los tres partenaires hacían pinstripping, pintaban llamaradas o aplicaban scallops en las carrocerías de rods, customs y motocicletas del sur de Los Angeles. De esta forma Ed empezó a labrarse una fama que empezó a llegar más allá de los greasers de L.A. Esto sólo era el preludio de la explosión de colores meatlflake, fibra de vidrio y cromo que llegaría apenas un año después...

THE CRAZY SHOW RODS
A finales de la década de los 50, el hot rod había evolucionado tanto, que 10 años antes hubiera sido impensable que se llegará a tal nivel de comercialización. Era una industria que movía respetables cantidades de dinero, con montones de establecimientos especializados en complementos, talleres de preparación de motores, publicaciones especializadas y competiciones federadas.
Existía un circuito de exhibición por todos los U.S.A. En estas concentraciones se exhibían los hot rods locales mejor acabados y como atracción se solían traer show rods de aspectos delirantes que mostraban las últimas tendencias del momento. Ahora el hotrodding ya no era una actividad inocente y espontánea de la post-guerra. Los rodders eran relativamente perseguidos por la policía a causa de las drag races ilegales.
Estas carreras ilegales eran mitigadas por la policía cuando éstos promocionaban carreras bajo condiciones supervisadas en viejas pistas de aterrizaje. De todas formas, los coches rápidos y modificados conjuntamente con las motocicletas de gran cilindrada ya se habían denominado de forma espontánea como iconos motorizados de la rebelión juvenil abanderada por el boom del rock’n’roll, y ya no había forma de separar la imagen del teenager rebelde de los “souped-up cars”.

Con esta escena en auge y habiendo dejado el negocio con The Baron y Tom Kelly, a Roth se le metió en la sesera la construcción de un rod de exhibición partiendo de la nada (normalmente se utilizaba la base de un coche de serie de los años 20 o 30), utilizando materiales y técnicas inéditas en el mundo del custom, tales como la fibra de vidrio y pinturas especiales.
Su método consistía en crear un chasis a base de soldar barras metálicas. A este chasis se le acoplaban los diferentes órganos mecánicos (motor, transmisión, sistema eléctrico...) y una vez la base lista, se esparcía pasta de modelar por encima. Sobre esta pasta se “esculpía” la forma de la carrocería igual que un escultor talla un David de un bloque de mármol. La carrocería de pasta era después recubierta de tela de fibra de vidrio empapada en resina, y una vez seca la fibra, se vaciaba la pasta de modelar obteniendo una carrocería de una sola pieza, muy ligera y fácil de preparar para después pintarla con pintura con diferentes efectos ópticos.
Después de muchos sudores y picores el Excalibeer fue presentado. El Excalibeer -que después se renombró Outlaw, ya que pocos sabían pronunciar el nombre- era una creación de cuatro ruedas con un motor Cadillac cromado y una carrocería tipo Bucket-T, es decir basado en las líneas de los Ford Model T de los años 20. El Outlaw era una orgía mecánica descapotada sin ningún precedente, que fue considerado como una ofensa para los tradicionalistas del hotrodding y un desafío para los diseñadores de la industria automovilística de Detroit. Muchos se atreven a decir hoy que el Outlaw es una escultura de cromo y fibra de vidrio; una obra de arte sobre ruedas.
La compañía de modelos de plástico Revell ofreció un contrato al mecánico perillero para reproducir su engendro a escala 1/25. Todo este clamor popular le valió a Roth para decidirse por construir un show rod por año hasta mediados de los años 60.
La Revell fue en gran medida responsable de la gran popularidad de estos show rods, ya que parecía que cada niño de América tuviera una maqueta del Outlaw en su habitación. Se vendieron toneladas de modelos en plástico para montar y aún hoy se reeditan en resina o plástico algunos de estos kits debido a la gran popularidad entre los coleccionistas. Es curioso que hoy Ed Roth se le conoce con el nickname Big Daddy. Esto es debido a que Revell pensó que para lanzar al mercado las creaciones de tan pintoresco personaje, era menester añadir un toque colorista a su nombre. Como Roth llevaba perilla, muy común entre los beatnicks, se le añadió el Big Daddy que era una nomenclatura beatnick muy popular, y así se pasó a llamar Ed “Big Daddy” Roth.
Al Outlaw le siguió su segunda y quizás la más populosa creación mecánica: el Beatnick Bandit (1960). Un retro-futurista auto que exhibe uno de los guiños de la época, el bubbletop o la substitución de la capota por una burbuja de plástico. Es curioso que en este custom rod, no haya ni volante, ni pedales de freno y gas. La teoría decía que la dirección-gas-freno se accionaba mediante una sola palanca, pero como en varias creaciones de Ed, estas soluciones mecánico-extravagantes no funcionaban y sólo respondían al interés sensacionalista de impresionar al público.
En 1962 vino un pseudo overcraft llamado Rotar que causó un accidente durante una exhibición, cuando las hélices de uno de los rotores salieron disparas sin control ocasionando varios heridos. El Mysterion fue presentado al año siguiente, pero este rod no pudo soportar el trajín del circuito de exhibiciones y quebró el chasis bajo el peso de sus dos motores enteramente cromados. El rod fue abandonado a su suerte, y sus piezas se fueron perdiendo/desperdigando por los USA. Hay que saber que en este tipo de exhibiciones, estos show rods no tenían que sufrir ningún tipo de estrés mecánico. Normalmente no se conducían. Se descargaban del remolque, y eran empujados hasta el lugar de exhibición. Una vez el show comenzaba, se solía encender el motor con un mando a distancia para atraer a la multitud, pero el auto no engranaba ni una marcha. Cosas del car-show bussiness.
El Road Agent de 1963 fue un diseño en forma de cuña con el consabido bubbletop, que nunca pudo albergar la enorme complexión de su creador.
Siempre que aparece una foto de Roth dentro de una de sus creaciones con cabina en forma de burbuja, ésta siempre está erguida, pues se necesitaba mucha bubbletop para albergar al hombretón de Ed.

El Orbitron de 1964 fue un modelo impopular al esconder por primera vez el motor cromado bajo un capó, de hecho, su creador siempre creyó que el Orbitron fue un error desde el principio. Lección aprendida: siempre deja el motor a la vista.
El Surfite con base de Mini Morris, llegó en el 65, aprovechando el auge mediático del surf craze. Incorporaba una surfboard a juego con la carrocería. Era un tractorcillo playero que aparece en pantalla durante un par de segundos en la comedieta playera “Beach Blanket Bingo” protagonizada por la estrella preferida de Ed: Annette Funicello.
El Druid Princess que fue construido para la serie de TV la Familia Addams nunca pudo aparecer en la serie debido a la repentina suspensión de la misma. Además cuenta con un verdadero ataúd infantil en la parte posterior para albergar la batería.
Ente otras pesquisas mecánicas, Ed se vio involucrado en la esponsorización de un dragster de competición, el Yellow Fang. Y tampoco hay que olvidar el menospreciado Wishbone de 1966, restaurado años mas tarde y recuperado por uno de los hijos de Ed. El classic rod Tweedie Pie se exhibía a principios de los 60, pero era un rod domesticado en comparación a los otros engendros de Roth.

Aunque es cierto que BDR era el artífice de tales proyectos, siempre contó con un generoso equipo de outsiders, artistas y artesanos del metal que ayudaron a convertir esas masas de hierro y escayola en delicatessen sobre ruedas cromadas. Personajes com Dirty Doug, Jake Jacobs, Ed Newton, Ed Fuller, Larry Watson, Martínez o el hoy reconocido artista de la Kustom Kulture Robert Williams fueron tan importantes como el mismo Roth -y en ocasiones incluso más- en lo que se refiere a la concepción y construcción de los crazy show rods, así como de las camisetas de las cuales hablamos más adelante.
La inyección de fama provocada por estos coches fue desmedida. La compañía Revell lanzó las más famosas creaciones en forma de kits vendiendo sumas descomunales de producto. La popularidad exagerada provocó que a los estudios-talleres Roth, se acercaran personalidades del faranduleo, cineastas y escritores como Tom Wolfe, que escribió el famoso artículo “The Kandy-Kolored Tangerine-Flake Streamline Baby” basado en las experiencias del periodista en los Roth Studios. La leyenda de BDR se veía acrecentada por el desternillante anecdotario que él mismo iba prodigando. Remolcaba a sus rods con un Cadillac mortuorio que utilizaba como vivienda cuando iba a concentraciones, ya que como él mismo decía, los moteles eran un lujo innecesario. Quien conocía al pequeño Eddie sabía que sus quehaceres espartanos podían llegar a cotas de excentricidad insospechadas. Esto provocaba una falta de aseo que se traducía en hedores sobaquiles difíciles de aguantar por el resignado público. En una ocasión, dormía BDR en su coche fúnebre con los pies sobresaliendo por la ventanilla. Mientras las moscas revoloteaban regocijándose en sus pies, un niño hizo una foto de este espectáculo dantesco. La foto fue enviada a la Revell Co., y BDR fue avisado que cuidara su imagen personal. En otras ocasiones fueron tantos los avisos por su desmadejada indumentaria que cuando se vio forzado a comprar un traje en condiciones, optó por un “elegante” frac con chistera, monóculo y bastón, que se convirtió en su uniforme en la mayoría de sus apariciones públicas.
Todo el anecdotario que ronda la figura de BDR, tiene que ser cogido con pinzas, ya que él, no de forma malévola, tendía a exagerar o a adornar sus peripecias permitiéndose varias licencias que no siempre se correspondían a la realidad, lo que lleva locos a los periodistas y historiadores cuando se trata de hacer una cronología objetiva de su carrera.

RAT FINK & THE WEIRDO SHIRTS
La habilidad de Roth dibujando se hizo popular entre los rodders angelinos. Pintaba nombres de clubs sobre las camisetas y chaquetas de los asistentes a concentraciones. Todo empezó cuando un club, los Drag Wagons le hicieron el encargo de pintar una camiseta para cada miembro del mismo. La cosa acabó en que cada miembro tuvo una camiseta personalizada con su propia caricatura. La demanda de este tipo de camisetas creció, y fue una de las otras actividades de “Roth, Baron & Kelly, the carzy painters”. Ya hacia 1958 mientras Ed y The Baron trabajaban en los coches, Kelly solía pintar a aerógrafo camisetas que eran vendidas por correo. Los teenagers hacían sus pedidos por correo, describían lo que querían en sus cartas y Kelly o Roth hacían su propia interpretación del diseño del cliente.
Lo que pasó a finales de los cincuenta es que las camisetas con caricaturas evolucionaron hacia diseños salvajes y surrealistas, convirtiendo el fenómeno de las monster shirts en una parte ineludible de la pop culture de los 60.
La historia según Ed de este tema es que cuando le pedían una caricatura corriente y moliente, él empezaba a dibujar surrealistas monstruos con la intención de que la clientela dejara de atosigarle. Pero no funcionó. La demanda de estas camisetas con criaturas sobre ruedas se disparó de forma desproporcionada. Todo el mundo quería una weirdo shirt, incluso los que nada tenían que ver con el hot rod.

Los Roth Studios se anunciaban en las revistas especializadas, presentando nuevos diseños preestablecidos (así se evitaba personalizar las camisetas una a una) que se transferían a las camisetas y jerseys mediante un proceso de serigrafiado. Éste fue el gran negocio que dió realmente sustento a los estudios de Maywood durante toda la década de los sesenta. En un día normal se podían ver a varios empleados en el taller de serigrafía imprimiendo y secando las prendas (a veces trabajando los propios hijos de Ed al salir del colegio), mientras varias chicas cogían los pedidos por correo, que llegaban en cargamentos enteros de sacos de correos. De hecho, los show rods que se construían formaban parte del mecanismo promocional del negocio camisetero. Uno llegaba a un hot rod show, donde se exponía el Beatnick Bandit; y allí estaba Roth, aerografiando camisetas in situ, dándoles colores fosforescentes a populares diseños como... Mother’s Worry, Wild Child, Mr. Gasser, Sidewalk Surfer y cómo no... el ojito derecho de Roth, la vedette de la weirdo shirts, el exlibris Rothniano, el paradigma de la ranciez, el hedor plasmado con unos cuantos trazos... RAT FINK!!!

Rat Fink nació hacia el año 62, según unos nació como un boceto en una servilleta de papel, según otros fue plasmado por primera vez en una nevera. Sea como sea, R.F. era la interpretación de cómo debía ser el padre de Mickey Mouse. Un ser ignominioso. El Homer Simpson de los 60. La verde y pestilente rata era el reflejo de quienes la adoraban: hot rodders, surfers (que tenían su versión surferizada de R.F.), bikers... greasy kid stuff. Jóvenes de clase media-baja proclamaron a R.F. como el estandarte de la crapulencia juvenil. La imagen de Rat Fink se vio plasmada en camisetas, gorros, comics, portadas de discos, tatuajes...

La cándida y tímida rata era la reina de las monster shirts. Estas monster o weirdo shirts eran camisetas con diseños y mensajes injuriantes, que en muchísimos casos no eran del puño y letra de Big Daddy, sino de artistas empleados en los Roth Studios como Ed Newton o el hoy famoso Robert Williams. Éstos diseños eran supervisados (a la vez que autocensurados) por BDR si no se quería ser acribillado por las organizaciones en pro de la moralidad. Aún así, muchas de estas camisetas fueron objeto de polémica por parte de padres bienpensantes que veían a sus hijos de 14 años vistiendo una camiseta con un dibujo de un motorista descalabrado con una cruz de hierro colgando al cuello. Así fue que bien entrada la década de los 60, Roth desarrolló una mala fama que fue en aumento a medida que pasaban los años. Primero fue acusado de promover el uso de réplicas en fibra de vidrio de cascos alemanes del ejército nazi entre los surfistas del sur de California. Mas no podía negar que estos cascos eran producidas en sus estudios de Maywood.
Después en 1966, la revista Time publicó que el creador del boom de las monster shirts se relacionaba con los nuevos forajidos de América: los Hell’s Angels. Además, este artículo estaba ilustrado por una fotillo donde aparece nuestro ángel del infierno encima de una Honda de pequeña cilindrada, vistiendo un casco militar alemán y la cruz de hierro de marras. A raíz de esto, a la compañía de modelos Revell, se le hincharon los huevetes; y más cuando Big Daddy perdió interés en la construcción de nuevos show rods en favor de la customización de Harleys. Las consecuencias fueron que en 1966, el contrato que unía a Revell y a Roth se rompió. Habían sido lanzados al público en forma de maqueta, no sólo los más populares rods sino las versiones en tres dimensiones de los populares personajes de las camisetas: R.F., Surfink, Drag Nut, Fink-eliminator... Los royalties dejaron de fluir. Otros culpan a los Beatles del fin del contrato con la Revell, ya que con la invasión británica, los adolescentes dejaron el folklore motorizado de California por el look pálido y guitarrero de Liverpool.
El buen nombre de Roth se tambaleaba peligrosamente. A mediados de los 60 la sociedad americana perdía la inocencia a pasos forzados, y Big Daddy no quedó excluído de estos cambios.
BDR había perdido interés en pringarse las manos con la fiberglass para construir autos que ni tan solo se podían conducir debido a lo ostentoso del diseño. Quería construir algo con sus manos que se pudiera disfrutar en la carretera, y esa sensación se la dieron las hogs y las trikes.

THE FALL OF A FINK
A finales de los 60, es donde se cierne la etapa más oscura de BDR. A raíz de sus correrías con bandas de motoristas forajidos, empezó a despertar una fascinación por la sub-cultura motera. El hot rod había perdido su sentido de la rebelión, se estaba desfasando y como en el surf en esa misma época, estaba primando la competitividad en detrimento de la ociosidad. Las choppers parecían la nueva frontera de las gamberradas motorizadas. Esta fascinación se vio plasmada en una revista que BDR estuvo editando durante 3 años: Choppers Magazine. No sólo se publicó esta revista sino que también se vendían pósters de motoristas, cruces de hierro y los escandalizantes cascos del ejército del III Reich.
Los motoristas forajidos de aquella época, empezaron a ser conscientes del poder mediático que tenían, y hacia finales de los 60, una de las actividades de estos grupúsculos era el de sacar tajada económica de sus “derechos de imagen”. Varias trifulcas y malos entendidos se sucedieron entre los Hell’s Angels -y otras bandas forajidas- y Ed Roth. La situación de peligro real desembocó en tiroteos entre las dos partes, centinelas armados en los tejados de los Roth Studios, empleados que pasaban su jornada laboral con un revólver encima... un Vietnam en el centro de Los Angeles.

Fue en este periodo donde BDR vio las cosas de otra manera, cansado de batallar día a día con demonios con los que ayer flirteaba, hizo un cambio en su vida que se vio plasmado mecánicamente con el descubrimiento de los trikes, es decir, motos de 3 ruedas. Chasis de viejas Harleys de la policía de Los Angeles eran modificados para albergar monstruosos motores Chevrolet en V8. Adornados con lujuriosas carrocerías en fibra de vidrio + pintura Metalflake. Estos aparatejos eran extremadamente peligrosos. Un motor de Ford Mustang no estaba hecho para tirar de una moto, y se necesitaba de mucho freno para controlar tanto caballo suelto. Resultado: varios motoristas muertos en accidentes de Trikes construidos en los Roth Studios.
Para conseguir una mayor estabilidad, se optó por motores VW, y diferentes diseños que tuvieron a Roth ocupado hasta bien entrada la década de los 70.
De los bólidos tricicloidales que aparecieron en esta época existen máquinas tan dispares como Wheeler Dealer, Rubber Ducky, Candy Wagon, Panzer Trike, California Cruiser, Mail Box, Secret Weapon... Muchos de estos trikes se convirtieron en los utilitarios utilizados a diario por Ed. Utilizando la carretera como válvula de escape de sus escaramuzas con los bikers, pasando las noches durmiendo en el suelo de las cunetas de las carreteras de California siempre al lado de sus trikes. Y cuando el frío arreciaba por la noche, arrancaba el motor, y se acurrucaba al calor de su churumbel mecánico.

En el campo personal, su vida estaba dando muchos tumbos: se divorció de su mujer, tenía 5 hijos que controlar, y el declive del negocio de las camisetas obligó a BDR a buscar otras formas de ganar pudientes. Trabajó con Jim Brucker en la creación de un museo de coches célebres de Hollywood. Brucker le ofreció este trabajo pues, no en vano, fue un enamorado de la Kustom Kulture antes de que este concepto ni siquiera existiera. Este mecenas fue recuperando un buen número de las creaciones automovilísticas de Big Daddy, en una época en que ya estaban desfasadas. “Cars of the Stars Museum” estuvo abierto durante toda la década de los 70, mostrando buena parte del trabajo de Ed, así como dándole un sueldo a fin de mes por montar los decorados de cada pieza expuesta. Se dice que cuando Von Dutch empezó a trabajar en el mismo museo en 1974, se formó una rivalidad entre éste y Ed, lo que desencadenó el cese de BDR, que se fue a trabajar de letrerista al parque de atracciones Knott’s Berry Farm.
Lo que le marcó más en esta época fue el Libro del Mormón. A esta religión se dedicó en cuerpo y alma durante el resto de su vida, hasta tal punto de llegar a dejar su L.A. natal a finales de los 70 para irse a vivir al centro neurálgico de los mormones en U.S.A.: Utah. A causa de su nuevo credo, renegó durante un buen tiempo, de todo aquello que le había hecho popular en años anteriores. Se condenó a un ostracismo voluntario. Pero no pudo mitigar su deseo interior de seguir haciendo pinstripping, seguir garruleando en motos de 3 ruedas y sentirse aclamado por unos seguidores fieles que no dejaban de reclamarlo.
De esta forma BDR empezó a dejarse ver otra vez por los shows de forma tímida. Hacia los ochenta, seguía ensimismado en sus creaciones mecánicas, vendiendo manuales y videos por correo sobre construcción de trikes. Llegando al punto de crear un roadster de 3 ruedas (el Globe Hopper), con el que hizo una travesía a través de Canadá hasta llegar a Alaska para demostrar que sus creaciones motorizadas no sólo servían para ser exhibidas sino también para ser conducidas. Aunque cuando fue a promocionar sus hazañas en varias concentracines de rods, los organizadores no le hicieron mucho caso.

En los 80, también se prodigaron las Rat Fink Parties. Fiestas promovidas para conseguir fondos para beneficiencia, en las cuales participaban otras leyendas del Kustom Kulture como Von Dutch, Robert Williams o Von Franco. Estas fiestas solían contar con el apoyo de otro referente cultural dentro el hot rodding: la compañía Moon Eyes, que actualmente vende un amplio catálogo de merchandising relacionado con R.F.

En los 90 la categoría de Big Daddy se vio reafirmada por las nuevas generaciones de aduladores, que le llevó a lanzar de nuevo su línea de camisetas. Sus más famosos kits en plástico se vieron relanzados, y también aparecieron nuevos rods -como la nueva versión del Beatnick Bandit o el Stealth- y otras tribulaciones micro-mecánicas que hoy se pagan a precios exorbitantes entre los coleccionistas.

Roth murió en abril de 2001, estaba efervescentemente implicado en sus nuevos proyectos. Él es ya uno de los santos del credo custom conjuntamente con su buen amigo Von Dutch.
Edward Roth... You’re nothin’ but a Rat Fink.

Escrito por Didac Piquer Puigdemont.
Copyright de Didac Piquer Puigdemont. 2003. Publicado originalmente en la revista "NDF", nº 8.

 

Aquí unos links de interés:

 

http://www.mrgasser.com/

http://www.denslow.com/edroth/

 

Desde este humilde espacio quiero dar las gracias al usuario de www.tuningaragon.es ManosSucias, por aportar toda esta información:

 

http://www.tuningaragon.es/foro/viewtopic.php?f=9&t=87

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